Cuando lavar es una cuestión de ciencia: lavarropas inteligentes

En el lavado de nuestra ropa hay varios elementos que marcaron la diferencia. En este texto: los lavarropas inteligentes. Cómo la innovación nos ayudó a dejar de fregar e hizo que hoy lavar la ropa sea “toda una ciencia”.

Como vimos en la primera parte de esta nota, las enzimas han contribuido enormemente a mejorar el lavado de las prendas de vestir, pero no son la única solución al problema. Aquí aparece el segundo actor principal en el proceso eficiente de lavar nuestros “trapitos sucios”: el lavarropas.

La primera lavadora industrial fue patentada en Londres, Inglaterra, en 1691 por el ingeniero británico John Tyzacke, y en Alemania Jacob Christian Schäffer publicó su diseño en 1767. ​Hamilton Smith, en 1858, registró la primera máquina de lavar de tambor rotatoria, y en 1884 William Thomas incorporó una innovación para calentar el agua con gas, dando lugar a la primera lavadora de agua caliente. La publicidad de la época decía “Su funcionamiento es tan sencillo que hasta un niño puede lavar 6 sábanas en 15 minutos”. Hasta el año 1906, no hubo nada mejor que ofrecer. Ese año, se le agregó a la lavadora un motor, convirtiéndose así en la primera máquina de lavado eléctrica. Fue una iniciativa de Alva John Fisher, un fabricante de Chicago, Estados Unidos, que se considera actualmente el inventor de la lavadora moderna. La nueva lavadora tenía forma de tambor con un tubo galvanizado para la ropa, un motor eléctrico y un ventilador para que se enfriara el motor. Fue patentada el 9 de agosto de 1910. En 1920 se produjo un hito, ya que se implementó el tambor mecánico y nació la lavadora moderna. Este sistema es el que se utiliza hoy en día y se debe al mecánico Howard Snyder. En 1940, el 60% de los 25.000.000 hogares con acceso a la luz eléctrica en los Estados Unidos tenían una lavadora eléctrica. Esto fue gracias a Alva Edison, ya que él desarrolló un sistema de generación y distribución de energía eléctrica a casas, negocios y fábricas, un avance crucial para el mundo industrializado moderno.

En 1951, en Europa se fabricó la primera lavadora automática. Luego, se fabricaría un aparato que incorporaba el secado, haciendo girar el tambor para expulsar el agua mediante el centrifugado, mejora que no se valoró en su tiempo. En la década de 1960 se hablaba ya de la lavadora automática y aparecieron también las lavadoras de tambor horizontal que acabaron con los dolores de espalda. En 1978, se produjo la primera lavadora automática controlada por microchip, muy sencillas de usar. Desde aquí las innovaciones fueron cada día mejor. Luego de los avances mecánicos, comenzaron los avances digitales. Así llegamos a los actuales lavarropas inteligentes, llamados así, porque realizan una mejor limpieza de la ropa con menor gasto de agua y energía. Para ahorrar agua poseen sistemas de sensores que detectan la carga exacta de ropa y el tipo de tejido a lavar, además de la dureza del agua. Así gestionan la cantidad exacta de agua para no malgastar ni una sola gota y eligen automáticamente el programa adecuado para una limpieza óptima. Una lavadora inteligente puede gastar hasta un 30% menos de agua que una tradicional. Poseen también dosificadores de jabones para la ropa, y la propia lavadora regula la cantidad de suavizante y detergente según el grado de suciedad, el tipo de tejido y el nivel de carga. Las máquinas inteligentes tienen hoy sistemas que disuelven el detergente con agua y aire, para que penetre más rápidamente en los tejidos y lave mejor reduciendo la temperatura. Con 15°C logra lavar con mejores resultados, que un lavado a 40°C, con menos consumo. Las máquinas más modernas usan iones negativos generados en una plancha de plata, ubicada en su interior. Así “bombardean” la ropa que sale limpia y desinfectada. Finalmente existen empresas que desarrollaron y patentaron programas “antialergias” en sus nuevas lavadoras con el que logran eliminar el 99,99% de los alérgenos que tiene la ropa, sobre todo ácaros y polen. Para ello usan vapor.

Tanta investigación y desarrollo (I+D) en detergentes enzimáticos y lavarropas, nos llama a reflexionar sobre el tema patentes y comercialización de nuevos inventos. Hay que recordar que una parte del dinero resultante de las ventas se destina a nueva investigación, y que no todas las pruebas resultan exitosas. El propio Edison decía que había inventado miles de productos que no servían para nada. Resumía su experiencia en una frase “No he fracasado. He encontrado 10.000 maneras que no funcionan”.

 

RECUADRO. Polímeros y Wi-Fi que ayudan al lavado de tu ropa.

Uno de las mayores innovaciones tecnológicas en lavarropas es el uso de esferas de polímero, para sustituir el agua. La lavadora fue desarrollada a partir de investigaciones científicas realizadas en la Universidad de Leeds, Reino Unido, y por la empresa tecnológica británica Xeros. Utiliza unas 23.000 pequeñas bolitas de polímeros de nylon para quitar la suciedad de los tejidos, una nueva tecnología que aparentemente podría reducir la cantidad de agua para el lavado de ropa, hasta en un 80%. Las esferas absorben la suciedad y luego son retiradas del tambor por la máquina, tras lo cual son almacenadas para ser reutilizadas. Mark Nichols, director ejecutivo de Xeros Tecchnology Group, asegura que los fabricantes de lavadoras pueden integrar esta tecnología de forma "muy, muy simple" en sus productos. Actualmente están trabajando para conceder licencias para uso de su tecnología a 7 fabricantes de máquinas de lavar ropa de alcance global.

La Argentina no se queda atrás en innovaciones tecnológicas. Una empresa nacional está desarrollando y fabricando en Luque, Córdoba, el primer lavarropas con Wi-Fi de América Latina. Desde un celular inteligente, tableta o PC, el usuario podrá operar la unidad, para conocer el estado del proceso de lavado y centrifugado, personalizar programas, recibir avisos de mantenimiento preventivo y acceder a tutoriales. Posee un lector LCD táctil, iluminación interior, tambor elevado para una mejor ergonomía, y un motor súper silencioso que garantiza 20% menos de consumo, respecto a la actual tecnología.