Hermanas, socias e innovadoras

La innovación en semillas comienza a tener cara de mujer en Argentina y este año para celebrar el día internacional de la propiedad intelectual traemos la historia de Lorena y Cecilia Basso, un par de emprendedoras que han gestionado y llevado la innovación de semillas hortícolas y de especialidades a cada rincón de nuestro país y muchos países del mundo.

 

92 años y un nuevo estilo de liderazgo

En 1931 nacía Basso Semillas como una empresa proveedora de insumos e importadora de semillas. Con el transcurrir del tiempo y viendo las necesidades del mercado, comenzó con programas de mejoramiento y producción nacional de semillas de cucurbitáceas, maíz dulce y maíz pisingallo, con productos reconocidos actualmente tanto dentro como fuera del país.

Como dice Gardel en el tango, 92 años no es nada, la empresa ha comenzado a prepararse para el centenario con un proceso de revisión profunda de su visión y misión, entendiendo que su rol es ser aliados del productor proporcionándole semillas de alto valor diferencial y calidad total que aumenten la eficiencia y la productividad de los cultivos.

Hoy, la herencia de un padre empresario PyME ha calado hondo en sus dos hijas. Carlos Basso, un apasionado de la industria semillera nacional, fue quien abrió el camino para que Lorena y Cecilia pusieran su impronta en un lugar, hasta ahora, con mayoría masculina. Ellas definen su trabajo como “pura innovación, tecnología y desafío constante. Es una industria que atrae, atrapa y rápidamente te sentís parte de la comunidad semillera. Sin dudas es el lugar donde queremos estar, nos permite trabajar juntas y seguir desarrollándonos”.

Ambas reconocen que el sector todavía es masculino, pero que cada vez son más las mujeres que trabajan para que sea una industria equitativa. Afirman que ambas pasaron por muchas situaciones “no tan felices”, pero como estaban unidas las pasaron juntas, confiando en su experiencia y capacidades para ocupar lugares destacados en la industria sin abandonar su propio estilo. Por eso, hoy se sienten orgullosas de ser parte de la construcción de un nuevo estilo de liderazgo.

Mujeres, semillas y propiedad intelectual

El principal desafío que enfrentan en sus actividades es el de operar en un país como Argentina, donde los cambios de marcha políticos y económicos son frecuentes y también los inherentes al sector: largos y costosos procesos de desarrollo de variedades y gestión de stock.

Ante estos desafíos, Lorena y Cecilia reconocen que los derechos de propiedad intelectual son “el corazón del negocio” porque la inversión que se realiza en investigación es muy alta. Los resultados de esta se traducen en variedades que, a su vez, mejoran el negocio del productor. Por eso el reconocimiento del derecho de obtentor es, sin dudas, una retribución lógica y legítima. Este reconocimiento es también importante en el proceso de I+D, ya que sus programas de fitomejoramiento licencian líneas de otras empresas y también está siempre “rondando” la idea de licenciar eventos biotecnológicos, aunque hasta ahora no haya sido posible porque trabajan con productos de especialidad con bajos volúmenes de producción.

De las más de 30 variedades que Basso tiene registradas en el INASE, algunas son de desarrollo propio como las de calabaza, zapallito, zuchini, maíz dulce y pisingallo y otras importadas de otras empresas como las de lechuga o brócoli.

Mujeres que trascienden el ámbito nacional

Las hermanas Basso están muy activas en los foros internacionales del sector como la FIS (Federación Internacional de Semillas) y la UPOV (Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales). Tanto es así que Lorena es miembro del Comité Ejecutivo de la FIS y se ha involucrado en los temas que atañen tanto al desarrollo de negocios del sector como a los netamente institucionales.

Lorena cree “en el valor que tiene la industria semillera y los desafíos que se nos presentan a mediano y largo plazo. Por eso, resolver cuestiones fitosanitarias, de regulación en el uso de nuevas tecnologías o propiedad intelectual son vitales para dar respuesta al mundo y Argentina, como gran semillero, debe ser parte de las discusiones”.

Cecilia, por su parte, se dedica a los aspectos internos de la empresa y cuenta cómo su trabajo se complementa con el de su hermana. “Tenemos una formación académica similar, pero venimos de áreas diferentes, yo pertenezco al área de finanzas y Lorena a comercial; pero a la hora de tomar decisiones esto nos permite pensar los temas desde diferentes ángulos y eso es muy valioso. Trabajamos juntas hace muchos años y eso nos ha dado una dinámica muy especial que nos permite complementarnos y trabajar en un formato de mucha comodidad”.


Según la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), el reconocimiento de la propiedad intelectual mejora la calidad de vida, por eso dar a conocer la historia de Cecilia y Lorena es celebrar el mejoramiento de la calidad de vida de miles de personas que llevan a sus platos las innovaciones de estas dos emprendedoras made in Argentina.


 

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