Nerina Francescutti

“En mi equipo tenemos diversidad etaria y el aporte de cada uno frente a cómo resolver un problema nos potencia muchísimo”

Impulsado por las Naciones Unidas, el 12 de agosto se celebra el Día Internacional de la Juventud. El lema sobre el cual nos propone trabajar este año es “Solidaridad intergeneracional: Creando un mundo para todas las edades”.

En este marco conversamos con la Licenciada en Biotecnología, Nerina Francescutti, quien con treinta y ocho años coordina el área de Biotecnología en Bayer para la región del Cono Sur. Allí lleva adelante el equipo encargado de las presentaciones y autorizaciones para siembra de materiales genéticamente modificados contenidos y confinados.

Antes de finalizar sus estudios secundarios, Nerina supo ver su vocación por las Ciencias Biológicas. Así fue que comenzó al mismo tiempo la carrera de Medicina y la de Biotecnología en la Universidad Nacional de Rosario, hasta que finalmente la biotecnología ganó su corazón. “A medida que fui adentrándome en las materias y pasaba de lo macro a los organismos, hasta llegar a la célula y a los procesos en el interior de una célula, más me apasionaba”, recuerda.

A pocos meses de recibirse, comenzó a trabajar en el ámbito privado, aunque fue algo que nunca imaginó: “En el momento en que cursaba la carrera había mucha orientación a que el perfil del graduado siguiera el camino de investigación con oferta de becas de doctorado. Sin embargo, a mí no me convencía demasiado ese camino y busqué otras opciones”.

Sus primeros pasos profesionales los dio realizando presentaciones para autorizar la siembra a campo de cultivos genéticamente modificados en Argentina. “Ese fue mi primer contacto con el campo, con inspecciones y con maquinaria. Fui conociendo toda la cadena y los procesos alrededor de los cultivos regulados, desde que se generan hasta que se pueden comercializar”, relata.

A lo largo de su carrera profesional, Nerina ha continuado desarrollándose siempre en el área de asuntos regulatorios abordando diferentes roles. Actualmente, ha podido ampliar el campo regional de trabajo pasando de Argentina a la región Cono Sur completa: Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile.  

 

¿De qué se tratan estos permisos para los cultivos? 

Un permiso es una autorización que nos otorga el ente regulatorio para la siembra de cultivos genéticamente modificados, es decir, cultivos a los cuales se le introdujo algún gen para obtener cierto cambio (alguna característica de interés) que traiga una ventaja, como puede ser la tolerancia a un herbicida o la protección contra insectos plaga. Siempre que se genera un cultivo a nivel laboratorio, antes de ser comercializado las agencias regulatorias deben evacuar todas las dudas que puedan generarse en base a la modificación que tiene ese cultivo. Dependiendo de cada país, la agencia regulatoria tiene una serie de preguntas que debe hacerle a los solicitantes para garantizar que lo que se libere a campo sea seguro. Esto busca que se cumpla con los criterios de bioseguridad que establece cada país. 

¿Podrías mencionarnos algunos de esos criterios de bioseguridad? 

Principalmente, se debe asegurar que el material a sembrar esté confinado, es decir que se aísle de alguna forma de otro material con el que se pueda cruzar y que los genes que se le introdujeron no lleguen al ambiente. Entonces, se puede hablar de barreras de aislamiento espacial, porque se debe sembrar a determinada distancia que fue probada como segura, ya que no permite el cruzamiento. También se puede hablar de aislamiento temporal, es decir realizar la siembra en un tiempo en que la floración de ese cultivo y el cultivo vecino no se puedan cruzar. Por otro lado, se encuentran las barreras físicas de contención, es decir que el establecimiento donde se va a sembrar tenga alambrado, esté bien cerrado y no haya posibilidad de que ingresen animales que coman el material, por ejemplo.

Es decir que está todo sumamente regulado y controlado.

Sí, generalmente hay una preocupación instalada en la sociedad en cuanto a los cultivos transgénicos, pero sucede por la falta de información. Estos materiales antes de llegar a ser aprobados para su comercialización y consumo, pasan por una gran cantidad de estudios cuyos resultados incluso exceden los estándares que las mismas agencias regulatorias establecen. Se realiza un análisis de riesgo (qué riesgo implica llevar ese producto modificado al ambiente comparado con el mismo producto que no ha sido modificado) que tiene mucha solidez técnica y se genera criterio científico entre solicitantes y agencias. Además, realizar todos estos estudios tiene un alto costo y lleva mucho tiempo, entre doce y quince años.

Para seguir derribando la mala prensa de los cultivos transgénicos, ¿qué beneficios trae la ingeniería genética?

En general, muchos de los eventos o los cultivos transgénicos que alcanzan la comercialización, es decir que cuentan con una aprobación comercial para ser liberados y consumidos, tienen modificaciones que los hacen tolerantes a herbicidas o que les brindan protección contra insectos. Entonces se ahorra en aplicaciones de herbicidas e insecticidas, y esto a su vez conlleva mucho ahorro de agua y menores emisiones de dióxido de carbono. Por otro lado, esto tiene un impacto directo en el rendimiento, porque si yo puedo hacer que un cultivo no se lo coman los insectos, entonces voy a tener mejores rendimientos. Si pensamos en un mundo que tiene cada vez más personas para alimentar y en el cual la tierra cultivable es muy limitada, hay que encontrar alternativas para obtener más cantidad de alimentos considerando estas limitaciones. Pero la aplicación de estas tecnologías es mucho más amplia: por ejemplo, se pueden utilizar cultivos para la obtención de proteínas o vacunas de interés o para obtener alimentos con características nutricionales mejoradas tanto para la nutrición humana como la nutrición animal.

Justamente este año el objetivo del Día Internacional de la Juventud es conseguir que todas las generaciones entren en acción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Cómo ayuda tu trabajo a cumplir algunos de estos objetivos, como la reducción del hambre y la pobreza?

Pensando en la alimentación o en el objetivo de pobreza cero, está muy relacionado con la necesidad de producir para el futuro más alimento en superficies limitadas, porque no se espera que haya un gran crecimiento de las superficies cultivables. La aplicación de las biotecnologías ayuda al incremento del rendimiento, es decir, a poder obtener mayores producciones a partir de las mismas superficies de tierra. Eso lleva a tener mayor cantidad de alimento para una población creciente. Por otro lado, en lo que respecta a sustentabilidad también ayuda mucho el impacto de la siembra de cultivos transgénicos en cuanto al menor uso de herbicidas e insecticidas y menor consumo de agua, en combinación con buenas prácticas agrícolas.

Otro de los puntos que menciona las Naciones Unidas es que si los jóvenes tuvieran más oportunidades y más voz en sus instituciones los sistemas políticos mejorarían, ¿te parece que eso también aplica a la ciencia y la agricultura?

Creo que lo podemos encarar desde el lado de la juventud, pero me parece que aplica a aprovechar el potencial de trabajar en ambientes diversos. Mientras más participación y opiniones tengamos, considero que más enriquecedor va a ser. Cuando una mirada sobre un tema queda muy instalada, a la velocidad que se mueve el mundo hoy en día eso se desactualiza muy rápido. En mis equipos tenemos diversidad etaria y el aporte de cada uno frente a cómo resolver un problema nos potencia muchísimo. Lo importante es que cada uno pueda mirar hacia adentro y reconocer lo bueno que tiene su generación para aportar, sin dejar de ver lo bueno que también tienen las otras generaciones. Y debemos sumar que cuando uno se siente apoyado, libre, incluido y escuchado, es cuando surgen las mejores ideas y cuando los grupos tienen mejores rendimientos. 

¿Y como joven profesional alguna vez te sentiste no escuchada o con alguna dificultad frente a tu trabajo?

Cuando empecé a trabajar hace doce años, quizá por una cuestión generacional o de no tener tanta experiencia, me sentía con más dificultades para desafiar lo que estaba ocurriendo. Quizá veía algo que se venía haciendo de una forma y que se podía mejorar, pero me costaba mucho llegar a plantearlo. Siempre me sentí escuchada y respetada, pero era conservadora para desafiar el statu quo. Creo que ahora me animo a ser más disruptiva y veo a chicos más jóvenes que se animan a ser más disruptivos aún. Me encanta que así sea, porque siento que nos enriquece muchísimo.

Y volviendo a los permisos, ¿hay algo que se torne complicado teniendo en cuenta que se trabaja con entidades regulatorias? 

En Argentina tenemos la suerte de tener un sistema regulatorio sólido y afianzado. Gracias a eso, siempre que se está evaluando una solicitud o generando una nueva normativa podemos participar a través de nuestros representantes de la industria semillera. Acá el consenso de la industria llega a la discusión y es algo muy positivo que no siempre se da en todas las geografías. Todo lo que en el pasado tal vez fue una barrera, se ha ido conversando y tratando. Estamos llegando a sistemas regulatorios muy maduros, que ya tienen muchos años (en el caso de Argentina es de los `90) y que han pasado por distintos momentos en los que se unificaron criterios.

¿Hay algún producto que sea más difícil de ser aprobado que otro o que tarde más en ser aprobado?

A nivel permisos es raro que suceda eso, porque el foco está en la contención y todos los ensayos que hacemos están sujetos a inspecciones desde antes de sembrar. Para eso va un inspector al campo y verifica el estado general del mismo a nivel contención. Se repiten las visitas al momento de la siembra y en otras instancias en las que se verifica que todo esté limpio y que no se mueva material a lo largo de la campaña. 

Se debe sentir una gran satisfacción entonces cuando un producto finalmente llega al mercado...

Siempre que sale alguna aprobación comercial; es decir para cultivo y consumo, se  notifica internamente. Ahí uno se da cuenta que es parte del proceso y que el rol que cumplimos es realmente importante. Aunque hay que destacar que es un conjunto grande de equipos que trabajan y ponen su granito de arena para que eso suceda.

¿Qué sentís que le aporta tu profesión a tu desarrollo y crecimiento personal?

Para mí el título universitario es una herramienta y lo más importante es cómo aprendés a pensar y cómo te vas encontrando a partir de los usos que le das a tu profesión. La formación te da herramientas para poder abordar diferentes problemáticas e ir encontrando el camino de lo que más te guste hacer. Durante mi carrera aprendí a pensar de determinada forma y eso me fue abriendo puertas y me fue invitando a pensar más o a pensar fuera de la caja para poder proyectarme como una profesional diferente, que pueda cubrir otras problemáticas. Ese es el principal desafío para mí. 

Se te escucha con la pasión y el entusiasmo intacto por tu profesión.

La verdad que sí. Además de continuar con la coordinación en el equipo de permisos, estoy iniciando un proyecto de trabajo con el equipo regulatorio de semillas de la región EMEA (Europa, Medio Oriente y África). Es una oportunidad que se da en la compañía para expandir nuestro rol profesional, conectar con otras funciones y otros procesos. Ahora estoy en la fase de descubrimiento, como cuando vas a trabajar el día cero con el cuaderno en blanco. Vuelvo a repetir que esto es un gran desafío para mí en combinación con la vida familiar: encontrar un sano equilibrio entre lo personal, la familia y lo profesional; incluso tomando nuevos desafíos. Me siento exitosa simplemente por animarme a transitar un camino nuevo y desconocido.